"Y AQUEL VERBO SES HIZO CARNE, Y HABITÓ
ENTRE NOSOTROS, Y VIMOS SU GLORIA...".
JUAN 1:14
En nuestra época, donde abundan los mensajes condensados y los
cotilleos sobre celebridades, hay muy pocas oportunidades para
distanciarse de la rutina cotidiana y contemplar de verdad los profundos
misterios de Dios. Pero aquí tenemos un pensamiento que nos induce a
ello: "Aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros".
Si el comentario de Juan que describe la encarnación de Dios, breve
pero repleto de significado, no activa tu capacidad de maravillarte y de
sentir temor reverente, piensa en esto: ¿Cómo es posible que la deidad,
carente de principio y de final, salvara el abismo que separa lo que es Dios
de lo que no lo es? ¿Cómo pudo lo infinito convertirse en finito? ¿Cómo
pudo lo que no tiene límites imponerse deliberadamente limitaciones?
¡Grande es el misterio de la encarnación!