Dios elige a los gobernantes
Al volver a las Escrituras para determinar su enseñanza sobre la soberanía de Dios en las naciones, hay ciertas verdades específicas que se destacan.
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Dios en su soberanía ha establecido el gobierno para el bien de toda la gente, creyente o no creyente. Pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él… pues (las autoridades humanas) está(n) al servicio de Dios para tu bien. Romanos 13:1-4
Admitir la afirmación, porque el gobernante es servidor de Dios para tu bien, parece difícil cuando vemos algunos de nuestros hermanos en Cristo perseguidos y tal vez ejecutados por su compromiso cristiano. De nuevo, deberíamos tener presente que Dios en su infinita sabiduría y soberanía, y por razones que sólo Él conoce, permite a los gobernantes actuar en contra de Su voluntad revelada. Pero las acciones malévolas de aquellos gobernantes contra los hijos de Dios, nunca van más allá de los límites de su voluntad soberana. También deberíamos recordar que Él trabaja en la historia desde una perspectiva eterna, mientras que nosotros tendemos a hacerlo desde una perspectiva temporal.
Puesto que Dios ha nombrado a los gobernantes para nuestro bien, y porque Él gobierna soberanamente sobre Sus acciones, deberíamos orar porque ellos gobiernen para nuestro bien. Pablo exhorta a que se ore Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna (1ª. Timoteo 2:1-2). La oración es la expresión más evidente de confianza en Dios. Si confiáramos en Él para pedir por nuestros hermanos perseguidos en otros países, deberíamos ser diligentes en la oración por sus gobernantes. Si confiáramos en Él cuando las decisiones de nuestro gobierno fueran en contra de los mejores intereses, deberíamos orar para que Él obre en los corazones de aquellos funcionarios y legisladores que toman esas decisiones. La verdad de que el corazón del rey está en las manos del Señor debe ser un estímulo a la oración y no a una actitud fatalista.
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Vemos que además de establecer el gobierno, Dios determina quién manda en ellos. El Dios Altísimo es el soberano de todos los reinos humanos, y que se los entrega a quien él quiere, y hasta pone sobre ellos al más humilde de los hombres (Daniel 4:17 ver también el versículo 32. Cuando consideramos a algunos de esos malvados tiranos y dictadores que han reinado, así como a algunos tontos y débiles que han ocupado altas posiciones, aun en este siglo, nos sorprendemos de saber que ellos lo han hecho bajo la soberana voluntad de Dios. Pues la Escritura lo dice. Nuevamente, debemos ver esta verdad desde la perspectiva eterna de Dios. Salmos 76:10 RVR60, dice: Ciertamente la ira del hombre te alabará; tú reprimirás el resto de las iras. Aunque versiones más recientes varían con relación a esa interpretación, es una verdad que está apoyada en toda la Escritura. Dios permitirá a las personas, ya sean tiranos con voluntad recia o políticos débiles, hacer sólo lo que al final resulte para Su gloria. Cómo contribuyen el pecado y el mal a la gloria de Dios, es un misterio, pero es una verdad afirmada a lo largo de la Escritura.
Así como Dios determina quién gobierna en las naciones, también determina su duración de gobierno. Isaías 40:23-24 dice: Él anula a los poderosos, y a nada reduce a los gobernantes de este mundo. Escasamente han sido plantados, apenas han sido sembrados, apenas echan raíces en la tierra, cuando él sopla sobre ellos y se marchitan; ¡y el huracán los arrasa como paja!.
Esto lo vemos más claramente ilustrado en la vida del poderoso monarca de Babilonia, Nabucodonosor, quien en la cima de su poder perdió la razón, fue separado de su pueblo, y comió pasto como ganado. Siete años más tarde volvió en sí y sus consejeros y nobles lo buscaron, y fue restaurado a su trono convirtiéndose en un rey aún más fuerte que antes (ver Daniel 4:33-36). Del monarca más grande de su tiempo, al loco viviendo como una bestia salvaje, hasta el gobernante aún más poderoso, transcurrieron sólo siete años. Esta es una serie de eventos que sólo podrían ser dirigidos por un Dios soberano. Y el Dios que gobernó absolutamente la vida y riquezas del monarca más poderoso de ese tiempo, todavía gobierna en las riquezas y destinos de los gobiernos hoy. Ningún régimen o dictador es tan poderoso como para estar por encima del dominio de la autoridad soberana de Dios sobre todas las naciones de la tierra.
CONFIANDO EN DIOS AUNQUE LA VIDA DUELA
Editorial CLC
Clasificación: Vida Cristiana
Sara De Gracia