Tu Pastor y El Poder del Perdón

Tu Pastor y El Poder del Perdón

Tu Pastor y El Poder del Perdón
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.  
Jesús, tu Pastor (Lucas 23:34)
 


¿Por qué es tan difícil para ti y para mi perdonar? 

¿Por qué es tan fácil para nosotros guardar un resentimiento?

¿Por qué instintivamente nos distanciamos de aquellos que nos lastiman?

  
¿Será que el enemigo de nuestras almas (Jn. 10:10), el acusador de los hermanos (Ap. 12:10), el león rugiente que busca devorarnos (1 P. 5:8), quiere robarnos el arma más poderosa que tenemos para mostrar el Espíritu de Jesús?


El día 2 de Octubre de 2006 un hombre iracundo entró con una pistola cargada en un aula de una escuela cristiana en Pennsylvania.  En tan solo algunos segundos le disparó a diez niñas pequeñas, algunas tan solo de seis años.  Y mató a cinco de ellas.  Luego se puso la pistola en sí mismo.  La gente en todo lugar estaba consternada.  ¿Qué tipo de “animal” pudo haber atacado sin misericordia las vidas de pequeñas inocentes.  Y luego cobardemente se suicidó, dejando a las familias de luto.  El mundo se preguntaba cómo respondería esa pequeña comunidad cristiana.


La respuesta vino rápida y claramente.  “No debemos pensar mal de este hombre,” aconsejó un abuelo a su familia.  “El asesino tenía una madre y una esposa y ahora debe estar dando cuentas delante de Dios.”  Otro líder explicó, “no pienso que haya nadie aquí que quiera hacer otra cosa que perdonar y no sólo consolar a aquellos que han sufrido una pérdida, sino también alcanzar a la familia del hombre que cometió estos actos.”  En los días siguientes, la comunidad hizo precisamente eso.  No se habló ni una palabra de venganza.  Y calladamente se preocuparon por la familia del asesino, así como lo hicieron con sus propias familias.


El mensaje se esparció rápidamente en las noticias nacionales.  Este sencillo mensaje de un Jesús que perdona alcanzó incluso a los que "no van a la iglesia.”  Con pocas palabras, el mundo capturó el mensaje de la cruz.  Los humildes seguidores de Jesús practicaron lo que Él ha vivido y enseñado.  Y el impacto fue resonante.


¿Considerarías algunas observaciones acerca del perdón verdadero mientras buscas representar a Jesús en dónde vives?

  • El perdón comienza cuando vemos a aquellos que nos han lastimado del mismo modo que Dios le ve.  ¡Completamente perdonado!  Cubierto de misericordia, gracia, y aceptación completa y amorosa.
  • El perdón legítimo no siempre es aceptado.  La oración del Hijo no quedó sin respuesta.  El Padre perdonó al mundo, incluso cuando la gran mayoría rechazó a Su Hijo.
  • El perdón debe primero impactar al espíritu de aquel que ha sido lastimado.  Tiene su raíz en la fe de que sólo Dios es el juez.  Guardar resentimientos no es el espíritu de Jesús.  La venganza es el trabajo de Dios, no el nuestro.  Las represalias en forma de ira o resentimiento callado nunca representan a un corazón perdonador.
  • El perdón a menudo es practicado sirviendo a aquel que nos ha lastimado.  Las palabras por sí solas no son suficientes.  El perdón hace todo lo posible para restaurar la “unidad” de las relaciones rotas.  Esa fue la oración de Jesús. (Jn 17:21).
  • El perdón siempre debe ser acompañado de oración por el ofensor.  La oración sana las heridas.  Y nos abre para servir como canales de la humildad, misericordia y el poder de Aquel que nos perdonó a ti y a mí.

La herramienta más poderosa que posees para ganar a un ser amado para Jesús es la de un espíritu perdonador.  El mayor obstáculo para ver a la gente caer en sus rodillas ante Jesús es la falta de perdón entre Sus seguidores.

 
La siguiente vez que alguien te hiera, di en tu corazón, “Jesús.”  Tan solo ese nombre te liberará.  Cuando era golpeado, no regresó la agresión.  Cuando le escupían, puso la otra mejilla.  Cuando lo abandonaron a su suerte, Él se levantó y fue a buscarlos primero.  Él hace lo mismo para ti.  Cada vez que lo hieres.

Pues  Más si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios, para esto fuistes llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.   1 Pedro 2:20-24
Cadena 3023 – Perdón, Humano, Ordenado (2)

Biblia de Referencia Thompson

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Héctor Burke

Director Internacional y Maestro del Instituto Internacional de la Biblia Thompson. Estudió Magister en Comercio Internacional en Universidad Nacional de Panamá. Estudió en Haggai Insitute. Casado con Myllene y tienen 5 hijos. Actualmente Director Nacional de CLC PANAMÁ.

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