Al conectar la Biblia con los problemas que todos los niños enfrentan, y al hacerlo a través de ilustraciones cautivadoras y la historia de una familia de animales, incluso el niño más pequeño se sentirá atrapado.
Sam creía ser el conejo más rápido de la pradera. Pero durante una carrera en el campamento de verano, las cosas no salen como él esperaba y acaba tropezando. Tras una épica caída, su hermana mayor Ivy le ayuda a ver que el fracaso es una oportunidad para crecer. Al recordar el amor de Dios, Sam deja de pensar en qué dirán los demás y acepta que lo importante no es ser siempre el mejor, sino hacer las cosas lo que mejor que uno pueda.