Ponte Una Flor En El Pelo Y Sé Feliz
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Ponte Una Flor En El Pelo Y Sé Feliz

El dolor es inevitable, pero el sentirse miserable es opcional

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Ponte una flor en el pelo y sé feliz. El dolor es inevitable pero el sentirse miserable es opcional.
Por Barbara Johnson.

Un mensaje de esperanza, aderezado con un extraordinario sentido del humor. La autora, salió de cada uno de los eventos trágicos que golpearon a su familia con una filosofía cada vez más firme de que no podemos evitar el dolor en nuestra vida, pero que el dolor no tiene que significar infelicidad. Aunque está dirigido a mujeres, el libro puede ser leído por los varones, pues los principios sustentados son válidos para todos. Y vale la pena leerlo aunque solamente sea para divertirse.

La fuerza de este libro está en su realismo que reconoce dos cosas: Primera, que las tormentas en la vida son inevitables, y segunda, que de nuestra actitud ante la vida depende el sobrevivir y, aún más, ser enriquecidos. La autora afirma: “tal vez no siempre es tan sencillo, pero hay que empezar por algún lado a buscar la alegría y el gozo, y sé que se empieza con una actitud positiva.”

 

ISBN: 9780311470242
Editorial: Editorial Mundo Hispano - CBP
Referencia de producto: 9780311470242
Dimensiones: 170 x 10 mm
Peso: 0.125kg
Cubierta: Rústica
Número de páginas: 192
Fecha de lanzamiento: 01.12.2009
Idioma: Español

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Barbara Johnson(Autor)
Barbara Johnson es fundadora de Spatula Ministries [Ministerios Espátula], organización sin fines de lucro creada para despegar con una espátula de amor a todos los padres que están incrustados contra el techo y encaminarlos hacia la recuperación. Bárbara y su esposo, Bill, viven en La Habra, California.

Publicaciones en el Blog que mencionan o reseñan este producto.

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Cuando tenía 14 años, mi madre falleció de forma repentina. Me encontraba en la habitación contigua y llegué justo a tiempo para verla exhalar su último aliento. Yo estaba aturdido y desconsolado. Mi hermano mayor se hallaba en el colegio, y mi padre, agobiado por el dolor, no podía ayudarme. Pero lo peor de todo es que no conocía la forma de dirigirme a Dios en momentos de adversidad. Estaba solo con mi dolor.

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